La reciente aprobación de la versión del proyecto de Estatuto Aduanero por parte del Consejo Superior de Comercio Exterior, sin duda abre un camino que se debe recorrer con especial tacto y prudencia para construir sobre cimientos sólidos la nueva era del derecho aduanero en Colombia.
Si bien no son pocas las oportunidades de mejora que contiene la versión del proyecto aprobado, debemos resaltar que el solo hecho de implementar acciones tendientes a modernizar el cuerpo normativo aduanero representa, en sí mismo, un aspecto a destacar.
Sin embargo, si revisamos las consideraciones propias del momento en que se emitió el actual Estatuto Aduanero (Decreto 2685 de 1999), entenderemos el enfoque clásico que lo caracteriza, pues aunque bien podrían asumirse enmarcadas entre una corriente de apertura económica, dado que su emisión tuvo lugar con posterioridad a la adopción de la Constitución de 1991, es cierto que refleja la influencia proteccionista y con incipientes asomos de integración sur-sur.
En este sentido, la visión analítica o reduccionista, entendida como la creencia de que todas las cosas pueden descomponerse y reducirse a sus elementos fundamentales simples, ha acompañado por muchos años el desarrollo del comercio exterior en Colombia, en la medida en que los flujos de negocios en sus inicios se concentraban en lo doméstico, y poco interés suscitaba para esos tiempos la integración comercial, conllevando a que los análisis de las diversas temáticas propias del andamiaje jurídico del comercio exterior se redujeran a enfoques individuales que generaron conclusiones igualmente simples.
La realidad hoy ha cambiado. Hemos pasado de un enfoque de naturaleza clásica a una visión holística o sistémica, del taylorismo al fordismo, lo cual impone un gran reto a los actuales legisladores y actores del comercio exterior, y obliga a replantear los enfoques domésticos sobre los cuales tradicionalmente se han desarrollado los diversos análisis. Así se busca dar paso a un nuevo entender en el que el comercio exterior hace parte de un sinnúmero de sistemas que se acoplan entre sí, a fin de permitir que la nueva mecánica de los negocios transite sobre normas que resulten operables, vanguardistas y, sobre todo, acordes con la actual globalización.
Sin temor a equívocos, el texto aprobado conllevará a más de una reflexión
en el camino por parte de legisladores, empresarios y estudiosos del comercio
exterior, que generará la necesidad de realizar adecuaciones, lo cual no debe
entenderse como una consecuencia negativa, sino, lo contrario, como la
posibilidad de disponer de un cuerpo normativo ajustado a la realidad actual.
Sin embargo, en lo que sí se debe tener especial precaución es en los análisis
improvisados y simplistas que han marcado nuestra historia y sobre los cuales
no podemos volver. Es por ello que el reto al cual nos enfrentamos reviste
especial importancia si se tiene en cuenta que está en nuestras manos avanzar
en el camino o estancarnos en el intento.
Resta ahora la sanción presidencial para oficializar el nuevo Estatuto
Aduanero, que sin duda dará lugar a los más diversos y exóticos análisis, en
los que actores y amantes del comercio exterior tendremos la oportunidad de
interactuar y aportar nuestra humilde opinión.